Las motos de cross no son mi terapia
1 Comments
Cuando tu vida va bien y sientes que tienes todo lo que siempre has deseado, la depresión puede ser muy confusa y hacerte sentir mucho más destrozada. Tengo un marido estupendo, dos perros divertidísimos, un trabajo que disfruto y un techo. Siempre me criaron con una mentalidad de autosuficiencia, para ser agradecida, resiliente y feliz con lo que tengo. La cuestión es que a la depresión no le importa que tus finanzas por fin estén en orden, ni que tengas un matrimonio sólido que no se parezca en nada a los horribles primeros cinco años de tus veinte. La salud mental a menudo no tiene nada que ver con tus circunstancias, aunque estas sin duda pueden empeorarlas (¡según mi terapeuta!). Lo que quiero decir es que tienes derecho a no estar bien, aunque parezca que lo estás en teoría. Si te sientes mal, es una decisión fuerte y emocionalmente inteligente buscar las herramientas para recuperar el equilibrio.
Socialmente, soy la amiga fuerte, independiente, asertiva y poderosa que sabe cuidarse sola. En mi camino para descubrirlo, me han diagnosticado TDAH (¡Dios mío, qué cosas ahora tienen sentido!) y depresión, con algo de ansiedad por si acaso. La salud mental es algo con lo que cualquiera puede luchar.
Las señales
Cuando empecé en los deportes de resistencia, era corredora y crecí nadando, así que pasé naturalmente del running al ciclismo, luego al triatlón y, finalmente, al Ironman. Cuando ese entrenamiento se volvió demasiado intenso y dejó de ser disfrutable, probé el ciclismo de montaña y pasé varios años lanzándome de cabeza, pedaleando donde podía, buscando grupos de mujeres con quienes correr e incluso compitiendo en carreras de cross country y de resistencia de larga distancia por todo el país. El deporte me hizo sentir fuerte, desafió mi mente y me emocionó con cada mejora que veía a medida que progresaba. Todo iba bien durante un tiempo, y luego, en 2020, me rompí el tobillo corriendo en Angel Fire, perdiendo mi conexión con la naturaleza durante meses. Recuperarme de esa lesión fue duro: ya no estaba en forma para la categoría 1 y sentía que me faltaba la motivación y el empuje para volver a donde había estado. Podría echarle la culpa a la lesión, pero la verdad es que fue agotamiento. Mi gran afán competitivo y mi mente obsesiva me habían agotado, y realmente, el tobillo roto fue un llamado de atención para hacer un inventario y encontrar un mejor equilibrio.
Lo que me llamó la atención fue que mis días malos ya no eran solo yo los que notaba. Mi esposo y mis amigos comentaban que parecía estar rara. Sentía que me desconectaba, que perdía el interés en los grupos con los que siempre iba y en las organizaciones que apoyaba. En los días malos, sentía tristeza y no sabía por qué; era como el síndrome premenstrual, pero más aterrador. No cambiaría la alegría y los logros de mis días de competición por nada, pero me di cuenta de que el deporte por sí solo no era suficiente; necesitaba esforzarme para que el deporte no fuera medicina, sino simplemente lo que me daba alegría.
Obtener ayuda y encontrar alegría
Tras sufrir un colapso total durante una llamada de desarrollo profesional con un psicólogo especializado en liderazgo, encontré un terapeuta habitual. Nunca le había tenido miedo a la terapia; siempre la había considerado algo necesario cuando se estaba pasando por algo específico (como una ruptura terrible a los veintipocos). Pero contar con esa opinión externa, imparcial y plenamente capacitada para poner mis pensamientos y mis dificultades en perspectiva marcó una gran diferencia.
Empecé terapia casi al mismo tiempo que mi nueva obsesión con las motos de cross, pero esta vez ha sido diferente. He trabajado con mi terapeuta sobre muchas cosas: inseguridad, apego, miedo al rechazo que he tenido desde pequeña, y sobre ser asertiva con mis sentimientos, sabiendo que son tan válidos como los de cualquier otra persona. La depresión todavía me afecta a veces, pero tengo las herramientas para reconocer mis sentimientos y la capacidad de cuándo necesito relajarme, cuándo necesito recurrir a mi red de apoyo para que me escuchen, y cuándo simplemente necesito un paseo en bici y respirar hondo.
Aunque creo firmemente que el deporte no es terapia, solo la terapia es terapia, creo firmemente que estar activo mejora mi salud mental y me ayuda a encontrar la alegría y a aprovecharla. Los estudios demuestran que pasar tiempo en la naturaleza mejora la salud humana, y basta con una hora en los senderos para sentirlo. Las motos de cross me han ayudado a poner en práctica todas estas herramientas mentales de forma muy física: una especie de metáfora de la vida. Cuando empecé, daba mucho miedo. No tenía ni idea de lo que hacía e ir rápido era aterrador. Pero aprendí la mecánica, aproveché a un grupo increíble de amigos que me animaron a intentarlo, y he aprendido que, ante la duda, hay que acelerar. Desde 2020, he competido en siete estados diferentes, pero esta vez es por diversión, es por alegría. Agradezco el trabajo que he realizado mentalmente; fácilmente podría haber caído en el mismo círculo vicioso, pero esta vez estaba listo para hacer las cosas de otra manera.
Sigo esforzándome mucho para alcanzar mi máximo potencial, pero ya no siento la misma presión que sentía en mi época de ciclista y triatlón por ser de élite, por ser alguien que no soy. Puedo ser un poco imprudente, exigirme para llegar a la cima, limpiar la línea y apretar el acelerador un poco más cada vez, solo para ver si puedo. He encontrado la alegría en el deporte perfecto para mí, pero solo porque cuidé mi salud mental y me preparé para triunfar.
Lo bueno siempre puede ser mejor
La cuestión es que, al final, lo bueno siempre puede ser mejor. Nunca te obsesiones con la idea de que tus circunstancias, tu química cerebral y tu tristeza deben ser peores que las de quienes te rodean para buscar ayuda. Siempre leemos que no debemos juzgar a los demás por no saber por lo que están pasando, y eso aplica a nosotros: no juzgues tu experiencia por lo que CREES que están pasando los demás y no te subestimes por sentirte mejor. Busca ayuda, ya sea a través de un terapeuta, un consejero capacitado o, al menos, un amigo de confianza que haya pasado por lo mismo y pueda compartir su experiencia. Nuestros deportes deberían ser salidas saludables, no salvavidas. Si sientes que los estás usando para algo que no sea la pura alegría de disfrutar del aire libre, reflexiona sobre ello y analiza cómo podrían mejorar las cosas. ¡Mucha suerte y mucho amor! ¡Te lo mereces! Nos vemos en los senderos. Si no me oyes salir del coche, me oirás reír porque acabo de caerme otra vez. (Después de todo, esa mentalidad de arranque todavía resulta útil para algunas cosas).
Biografía
Jenny Burden vive en Austin, Texas, con su esposo y sus dos perros. Ha competido en deportes de resistencia de todo tipo desde 2013, empezando por correr, luego se expandió al ciclismo, el triatlón, el ciclismo de montaña y ahora las motocicletas. Ha completado un Ironman, varias carreras de MTB de 70.3 millas y 100 millas, y más recientemente, la primera edición del US Hard Enduro Snake Bite, así que sabe muy bien lo que es "aguantar". Trabaja a tiempo completo en el sector sin fines de lucro y es voluntaria como mentora de Little Bellas y líder de recorridos para el programa "Ride Like a Girl" de Austin Ridge Riders. Ha sido defensora de Tailwind durante años y agradece el apoyo de una marca tan comprometida con el bienestar de sus atletas en todos los niveles. Sigue su trayectoria en @_jburd_ en Instagram.
Créditos de las fotografías: Imagen de encabezado: Christine St. Laurent de St Laurent Photography
Imagen complementaria: Patsy Davis de Patsy Davis Photography
1 comentario
It’s great to see you out there having a blast on two wheels!