Superando los límites: la épica aventura de 100 km de Bryce y más allá
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Correr ha sido una parte importante de mi vida desde que tengo memoria. Crecí en Bellingham, Washington, y tuve la suerte de encontrar hermosos senderos en cada esquina. Cada semana, mientras entrenaba en la preparatoria y la universidad, lo que más ansiaba eran las carreras largas. En la universidad, incluso a veces me metía en problemas por correr demasiado tiempo para el kilometraje semanal que hacía.
Cuando me mudé a Colorado, me entusiasmaba explorar nuevos senderos y sabía que era solo cuestión de tiempo para empezar a correr ultras. Trabajar para Tailwind ha sido la oportunidad perfecta para rodearme de corredores increíbles y me inspiró a intentar correr una ultra.
Este año, he aprendido mucho sobre las comunidades de corredores y ciclistas y eso solo me ha hecho querer ser más activo y participar más en el futuro.
Mi plan principal para entrenar era que fuera lo más divertido posible y ayudar a mi cuerpo a acostumbrarse a pasar más tiempo de pie. Este tipo de entrenamiento me ha permitido disfrutar de aventuras en la montaña sin preocuparme por el ritmo ni los kilómetros. Esta nueva filosofía de entrenamiento fue un cambio refrescante para mí, ya que es fácil obsesionarse con un plan de kilometraje específico y no quería que mi entrenamiento me añadiera estrés.
Después de ser voluntario en Western States este año, decidí inscribirme en una Ultra de verdad por primera vez. Terminé inscribiéndome en la Cuymaca 100k y la Silverton Alpine 50k en julio. Me decidí por la carrera de Cuymaca porque era lo suficientemente tarde como para tener un buen bloque de entrenamiento para prepararme y porque tenía Tailwind en ruta. Tailwind es una parte fundamental de mi plan de nutrición, así que era importante para mí poder reponer fuerzas en los avituallamientos. Tengo muchas ganas de ver qué pasa después, pero sé que me he preparado bien para dar lo mejor de mí.